Diego Yriarte nos propone cinco barcos a vela clásicos para emprender largas travesías sin fecha de regreso.
Navegantes o no, todos hemos pensado alguna vez en dejar la tierra, en emprender una travesía sin rumbo ni tiempo, en dar una vuelta al mundo o simplemente vivir a bordo en un barco con tiesto y flor. Sí, cinco ejemplos son pocos, pero una decisión tan importante ha de comenzar por un puñado de opciones.
Fountaine Pajot Sanya 57 - ideal para abandonar la tierra.
Si toma la decisión de dejar la tierra después de leer este artículo quisiera decirle dos cosas: primero, no es culpa mía; segundo, si se siente agradecido puede invitarme cuando se encuentre entre los trópicos. Dicho esto, podemos pasar a las recomendaciones, siempre teniendo en cuenta la multiplicidad de criterios, gustos, e infinitas variables; como el presupuesto o el mismísimo coraje. Por poner algunos parámetros he iniciado una búsqueda con un presupuesto límite de un millón de euros, la sensación es curiosa… Me pareció razonable que la embarcación elegida para este ejercicio sea de vela y de una eslora de entre 12 y 18 metros, ideal para maniobrar con tripulación reducida o incluso en solitario.
Por pedir… dos cascos.
Para el primer barco que os propongo he de empezar… por pedir disculpas, pues me he excedido del presupuesto. Pero luego de pensarlo seriamente me pareció que me encantaría abandonar la tierra a bordo de un catamarán y al ver este Fountaine Pajot Sanya 57 y solo pensar en estirarme en la red de proa, creo que superar un 20% el presupuesto es de menester. Hay quienes, para un plan como este, solo elegirían un monocasco pensando en sus capacidades de ceñida. Mi respuesta podría ser doble, por una parte, pensaba hacer la travesía con tiempo suficiente para solo navegar con vientos portantes; “ceñir no es de caballeros” decía un amigo.
Catana 47
Por otra parte, los diseños actuales de catamarán ciñen más que suficiente y con un grado de comodidad agradable, más aún, modelos como los que ofrece Catana que incorporan orzas que mejoran considerablemente las prestaciones a la hora de hacer ángulo.
Creo que, para este tipo de travesía, los catamaranes ofrecen muchas más ventajas que desventajas. La mínima escora, la amplia superficie habitable y exterior y el poco calado, son posiblemente las tres ventajas más evidentes. La desventaja directa es que hemos de pagar por esa superficie cuando vayamos a puerto. Pero este viaje no trata de ir a puerto; sino, todo lo contrario.
¿Navegar en un cisne?
El Nautor's Swan Candela
El astillero Nautor’s Swan posee una trayectoria que hace indiscutible su calidad y excelencia. Quizá el presupuesto se quede un poco estrecho para los sueños, pero dentro de lo estipulado me he encontrado con “Candela”, con quien me encantaría dejar la tierra. Candela es uno de los muchos diseños que Germán Frers dibujó para el astillero finlandés que construyó 700 barcos con su firma. Fue botado en 1988 y en el 2001 recibió un importante refit, y una reciente revisión que ha incluido el motor, generador y la cubierta de teca. Este 59 pies aparejado en sloop cuenta además con un excelente instrumental, EPIRB y balsa salvavidas para 8 personas. Es muy posible que no haga falta mucho más que la decisión de soltar amarras para comenzar a contar aventuras.
Me gustaría un ketche, o yawl
Hallberg Rassy 49 ketche.
Siempre he considerado que el día que decida abandonar la tierra no me preocupará la meteorología; ya que, tendré tiempo suficiente para esperar las condiciones favorables que me lleven al próximo puerto o fondeadero. Pero, sabemos que la meteorología puede variar aun en los mejores sueños y pillarnos así, con todo el paño arriba… A tal efecto, es preferible tener un aparejo dividido en dos mástiles, sea ketch o yawl, pero dividido es más práctico de maniobrar, sobretodo a la hora de achicar. Por supuesto que si hablamos de barcos muy modernos estos escollos se han superado y aun en un barco antiguo podríamos mejorar los sistemas de maniobra para que todo sea más rápido, pero la verdad es que; además, me gustan mucho los barcos de dos mástiles. He encontrado un ejemplo; digamos, entre seguridad y belleza. Un Hallberg-Rassy 49 que está muy bien equipado, hasta tiene lavaplatos, algo que me parece excesivo en un barco, pero el resto, todo bienvenido. Este barco en particular es de 1985. La gama se construyó durante 15 años y se hicieron casi 90 barcos con estas mismas líneas de casco. No es uno de esos barcos que nos sorprenden con sus formas estilizadas y veloces; sino casi la sensación opuesta. Robusto, portentoso y de interiores cómodos, habitables. Es un barco nórdico concebido para navegar cuando hay que navegar y de aguantar muy bien lo que venga. Si la singladura lejos de tierra lleva más a los polos que a los trópicos, es el tipo de barco adecuado.
Para inquietos románticos
El "Old town”, construido por Abeking & Rasmussen en 1952
Los barcos de madera tienen un no sé que… quizá un alma más humana, más natural que el frío acero o la fibra. Quizá nuestra imagen más idílica de un barco sea la de un velero de mayor y mesana, fondeado en una bahía de aguas transparentes. Los barcos de madera son una pizca de historia, un testimonio tan fiel, como fieles hayan sido sus armadores, y con suerte, casi inmortales. “Old town” ha tenido la suerte de ser construido por Abeking & Rasmussen, en el año 1952, con los mejores materiales de la época; teca de Birmania, iroco, caoba en los interiores. En el año 2002 recibió un importante refit guiado por los planos originales que Henry Rasmussen dibujó para su propio barco, “Hera”. La única diferencia con el original es que el aparejo; sloop, modificado por Abeking para convertirlo en Yawl. Decir que los mástiles actuales son los escogidos por Abeking, habla muy bien de sus anteriores armadores y tripulaciones, evidentemente se hacía querer. Abandonar la tierra en estas condiciones, no está mal; si bien, exige la inmensa responsabilidad que cuidar la salud de un inmortal.