Los chalecos salvavidas y las ayudas a la flotabilidad son esenciales a bordo tanto para neófitos como para marineros experimentados; lo inteligente es tenerlos siempre a mano.
A todos los que nos gusta navegar lo hacemos porque nos apasiona estar en contacto con la naturaleza, disfrutar del sol y del mar, en familia o entre amigos. Pero la ilusión de salir a disfrutar de un día de navegación no debe hacernos perder de vista que siempre lo debemos hacer con las debidas medidas de seguridad personales.
Todos los chalecos automáticos deben llevar el sello de la última revisión del botellín de CO2 y del disparador hidrostático. Foto Jordi Maseras.
Si nunca deberíamos salir de puerto sin una buena cantidad de agua potable, mucho menos lo deberíamos hacer sin los correspondientes chalecos salvavidas. Un traspiés, un resbalón, un bandazo que nos pille desprevenidos sin podernos sujetar, una trasluchada involuntaria, un pasillo estrecho para ir a proa junto a un acelerón del barco o una cubierta mojada, son situaciones que pueden acabar con la caída de un tripulante al agua, provocando un serio problema de seguridad.
La mayoría de chalecos salvavidas automáticos tienen una hebilla para afirmar el mosquetón del arnés que irá fijado a la línea de vida. Foto Jordi Maseras.
Lo mejor es prever, adelantarse al resbalón o al bandazo, asumir que debemos estar sujetos con una mínima protección y poner en práctica unas mínimas medidas de seguridad por si llega el caso y nos encontramos en el agua esperando a que nos recojan. Ni que decir tiene, a partir de la puesta del sol, todos los tripulantes que se encuentren en cubierta deberán llevar obligatoriamente el chaleco salvavidas puesto. No olvidemos que la situación de un hombre al agua de noche dificulta extremadamente su localización.
Los chalecos homologados para la zona 1 de navegación deben llevar obligatoriamente una luz estroboscópica automática. Foto Jordi Maseras.
Los niños
Mención especial se merecen los niños, mucho más frágiles que los adultos a la hora de sufrir un percance en alta mar. Para cualquier padre, hay pocos momentos más alarmantes que el que un niño caiga por la borda. Incluso en aguas relativamente cálidas, los segundos cuentan; pero en aguas más frías, el tiempo es crucial. Con una temperatura del agua de 15º, los adultos pueden contener la respiración unos 30 segundos. Con 12º, el adulto estará dando bocanadas en la mitad de tiempo y, para los niños, que tienen los pulmones más pequeños, ese tiempo se reduce más todavía.
Los chalecos deben quedar bien ajustados, sobre todo a los niños, por esto existen varias tallas y tamaños. Foto Jordi Maseras.
Por tanto, llevar a bordo chalecos salvavidas a la medida de los niños es imprescindible si van a navegar con nosotros. Pero si el niño es muy pequeño y lleva pañales, cuidado. Los pañales pueden cambiar el centro de flotabilidad de un niño en el agua y mantenerlo flotando boca abajo con la cabeza sumergida. Incluso sin pañales, los niños tienen una constitución distinta a los adultos, con centros de gravedad y de flotabilidad diferentes. Esto, junto a la posibilidad de que el niño todavía no haya aprendido a nadar, puede darnos un cúmulo de circunstancias fatales.
Antes de ponernos el chaleco automático comprobaremos siempre que el botellín de gas CO2 está correctamente roscado al sistema de disparo. Foto Jordi Maseras.
Una investigación llevada a cabo por Thelma, empresa noruega independiente, sobre las prestaciones de algunas muestras de la gama típica de chalecos salvavidas infantiles, nos muestra que aquellos rellenos de espuma con brillantes colores no siempre hacen lo que deberían hacer. Pero la supervivencia en el agua no se trata solo de flotar. Poder respirar, ser oído y visto son cuestiones igual de importantes. Para poder hacer cualquiera de estas cosas, el rostro tiene que estar totalmente fuera del agua, lo que hace que sea especialmente importante la capacidad del chaleco salvavidas para mantenernos boca arriba.
El sistema de disparo hidrostático permite hinchar el chaleco automáticamente cuando éste entra en contacto con el agua. Foto Jordi Maseras.
Antes de partir a una singladura de cierta importancia, todos los tripulantes deberán conocer el lugar donde se encuentran los chalecos salvavidas y saber cual de ellos es el que les corresponde a cada uno y, si es posible probarlo y ajustarlo a sus medidas.
Si alguien cae al agua y hay que empezar a buscar un aro, un chaleco o un cabo flotante, la maniobra puede tomar un cariz que puede llegar a ser dramático.
Todos los chalecos salvavidas deben llevar unas instrucciones de uso que conviene leer detenidamente antes de su utilización. Foto Jordi Maseras.
Qué dice la normativa europea sobre chalecos salvavidas
A la hora de adquirir los chalecos salvavidas para nuestra embarcación es conveniente conocer los distintos tipos que existen en el mercado, las diferencias que hay entre ellos y qué dicta la normativa europea al respecto.
Las ayudas a la flotabilidad y los chalecos salvavidas para uso deportivo o de recreo deben cumplir las exigencias de la Directiva Europea sobre los Equipamientos de Protección Individual (EPI-89/686/CE). El logotipo CE en la etiqueta es obligatorio e indicativo de que el chaleco y el conjunto de materiales que lo componen cumplen con la mencionada Directiva Europea. Han sido establecidas cuatro normas europeas CE-EN que clasifican los chalecos en cuatro categorías en función de su utilización, de sus prestaciones y de su flotabilidad.