Para un excelente mantenimiento de las velas de un barco se requiere seguir una serie de pasos muy específicos que a continuación queremos compartir contigo. En este artículo te explicamos los consejos a seguir y los errores más comunes a evitar para prolongar su vida y sacarles el mayor provecho posible.
- Para cuidar las velas de tu barco, debes comenzar por asegurarte de estar haciendo un buen uso de ellas. Muchos aficionados hacen un mal uso inconscientemente, repercutiendo en su vida útil.
- Debes asegurarte de protegerlas bien de la sobreexposición solar y guardarlas secas en un lugar ventilado.
Los barcos a vela requieren más cuidado que los barcos a motor. Concretamente, el cuidado de las velas va mucho más que quitarles la sal cuando regresamos de navegar. Las velas de tu barco se deterioran por muchas razones, pero los principales desgastes los ocasionan el mal uso, la sobreexposición solar y las malas condiciones de invernaje. En este artículo te explicamos qué puedes hacer para evitar o minimizar los efectos de estos tres problemas y te damos unos consejos para prolongar al máximo la vida útil de tus velas.
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10 consejos a seguir para conseguir un mantenimiento de las velas adecuado:
- Usar las velas de manera apropiada
- Evitar los roces
- Limpiar las velas
- Proteger las velas del sol
- Revisar las velas durante la navegación
- Examinar las fundas de las velas
- Verificar el comportamiento de las velas
- Realizar una revisión de velas periódica
- Disponer de un kit de reparación a bordo
- Evitar los errores más comunes de navegación
1. Usar las velas de manera apropiada
Todas las fábricas de velas y toda la experiencia acumulada durante años de navegación a vela nos indican que la causa principal del desgaste de las velas es el mal uso.
Las velas están concebidas para soportar determinados esfuerzos con una determinada forma. Si la forma de la vela no es la correcta de acuerdo a las condiciones de mar y de viento, el conjunto formado por telas, costuras y herrajes sufre y se desgasta. Por este motivo es fundamental aprender a dar forma a las velas.
Esto incluye tener cuidado en las maniobras, en cada virada y en la posición estable de trabajo donde debemos evitar el roce con otras partes del velero. Una virada en la que se alarga tarde la escota de génova produce un rozamiento excesivo.
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La forma de la vela siempre debe adaptarse a las condiciones de mar y viento. | Foto: dufour-yachts.com
2. Evitar los roces
Cuando navegamos en diferentes rumbos y condiciones es muy útil ver que todos los puntos donde las velas pueden rozar con la jarcia, candelero, guardamancebo están correctamente protegidos. Inclusive en la vela mayor que al navegar en rumbos abiertos roza en las burdas o las crucetas al navegar en popa; puede parecer que solo se apoya, pero la acción abrasiva sobre las costuras es elevada. En este caso es muy importante colocar correctamente los refuerzos cuando utilizamos las velas por primera vez, particularmente en tensores, crucetas y guardamancebos.
Las tensiones de las velas deben ser las correctas, particularmente en las drizas y los sables, pero también es importante eliminar esa tensión cuando el barco está en reposo. Ya que estamos, también es importante quitar tensión del backstay para relajar la jarcia.
3. Limpiar las velas
Si bien en la actualidad hay varias empresas que se encargan de la limpieza de velas, es preferible evitar que se ensucien y la causa principal de suciedad es guardar las velas mojadas favoreciendo la proliferación de hongos. Ya sabemos que la sal marina es agresiva para telas y costuras y que es necesario lavarlas con agua dulce. Pues bien, igual de importante es secarlas correctamente y guardarlas en un lugar ventilado. Por mencionar un ejemplo extremo, los barcos de regata de alto nivel suelen tener deshumidificadores a bordo cuando están en puerto, no precisamente por la proliferación de hongos, sino por aligerar el peso que la humedad supone.
Si es necesario lavar las velas porque han aparecido manchas de hongos hay que tener en cuenta de qué tipo de material están confeccionadas. Las velas laminadas, la aramida o nailon son muy sensibles al uso de lejía y no debería utilizarse ni siquiera diluida y en los casos que sí se puede utilizar, como en velas de Dyneema, siempre hemos de aclarar de forma abundante y secarlas correctamente evitando largas exposiciones al sol.
Para eliminar otro tipo de manchas como grasas o aceites, es posible utilizar un cepillo suave y un jabón desengrasante biodegradable; si bien, lo más efectivo y responsable es contar con la propia velería o empresas especializadas en limpieza que se encargarán del cuidado de tus velas y del medioambiente, utilizando los productos adecuados y tratando las aguas residuales.
Una vez lavadas las velas, hay que secarlas bien antes de guardarlas para evitar hongos y otros desperfectos. | Foto: freepik.es
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Consejos para limpiar las velas
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La humedad a bordo
4. Proteger las velas del sol
La exposición a los rayos UV es inevitable en navegación, pero debemos hacer todo lo posible para que queden protegidas cuando no navegamos. Las acciones clave que podemos llevar a cabo para ralentizar el daño de las velas son: colocar una funda que cubra las velas con eficiencia, así como revisar la protección de baluma y pujamen en las velas de enrollar o incluso sacar las velas cuando no las utilizamos por un período extenso.
5. Revisar las velas durante la navegación
Contar con previsión facilita la maniobra y reduce los riesgos, así todo, cuando el viento arrecia es un momento incómodo y una maniobra de proa ordenada puede evitar males mayores. Al reducir el paño, si dejamos la vela anterior en la proa, ha de estar muy bien sujeta porque una ola puede barrer la cubierta y la fuerza del agua romperla, frenar el barco, limitar nuestra maniobra y por si fuera poco, hemos de destinar fuerzas a recoger la vela del agua y subirla a cubierta en una maniobra que aumenta el riesgo. Al arriar la mayor, es importante poner el barco correctamente proa al viento, si no es así, los sables bajan de lado, se enganchan y la vela cae de costado y puede romper el lazyjack.
6. Examinar las fundas de las velas
Dentro del recorrido de revisión, también podemos incluir las cremalleras de la funda de la mayor y también las fundas de génova. Las cremalleras suelen bloquearse por la sal, debido a que solemos aclarar la vela, pero no la bolsa. Lo correcto sería aclararlas igual que a las velas y además lubricar la cremallera para que funcione correctamente.
También debemos revisar los puños de amura, escota y driza; es donde se concentra la mayor tensión y una de las causas más habituales de rotura.
Un detalle que parece muy sencillo, pero no lo es: cuando plegamos las velas es importante no repetir siempre el mismo pliegue para evitar que este se convierta en una rajadura del material, aunque, lo ideal si tenemos espacio y guardamos las velas por un tiempo largo es en lugar de plegarlas, enrollarlas. De esta forma los pliegues no se marcan.
En ocasiones es necesario cambiar y reforzar el puño de escota. Foto: Mónica Díaz.
7. Verificar el comportamiento de las velas
Durante la navegación, a la hora de tomar un rizo hay que revisar a conciencia la maniobra para que los cabos trabajen correctamente y la vela sea eficiente. En esta situación de grandes tensiones, una maniobra mal pasada puede provocar deformaciones difíciles de reparar. Además, hemos de acomodar correctamente el sobrante de vela para que no moleste la visibilidad y a la propia forma de la vela.
8. Realizar una revisión de velas periódica
Sin lugar a dudas, la previsión y el control del material es la mejor forma de aumentar la durabilidad de las velas. Periódicamente hemos de revisar las costuras y los sitios de mayor fricción. Cuanto antes sea reparada una costura que comienza a romperse, menos afectará a la forma del área que actúa, en especial en las velas de portantes en las que las tensiones pueden aumentar rápidamente en una racha.
Y no solo las costuras, en el caso de spinnakers, asimétricos, etc. los paños de la tela pueden sufrir pequeñas rasgaduras al ser arriados, si lo notamos hemos de reparar antes de izarlo nuevamente y si lo notamos cuando ya hemos vuelto a izar, lo ideal sería arriar cuanto antes y colocar un parche. En la actualidad existe una amplia variedad de telas adhesivas de diversos materiales que es muy útil llevar a bordo porque evitará males mayores; aunque un parche no es una solución definitiva y es muy recomendable una visita a la velería para asegurarte una reparación correcta.
Al revisar las velas, también encontrarás los puntos de mayor fricción o esfuerzo de trabajo según el desgaste y si es posible procura reducir la fricción innecesaria. Para ello, puedes lubricar periódicamente el grátil y las guías, de esta forma también te aseguras su correcto funcionamiento al cazar o soltar la driza para modificar la forma de la vela o también puede ser vital a la hora de arriar la velas con rapidez, en una maniobra o porque vemos que se aproxima un chubasco.
Las reparaciones requieren de mano de obra especializada. | Foto: María Muiña/North Sales, expansion.com
9. Disponer de un kit de reparación a bordo
Si has tenido en cuenta todos los cuidados que aquí enumeramos, es posible que tus velas duren mucho tiempo fuertes y sanas. De todas maneras, es muy recomendable solicitar a la velería que te preparen un kit de reparaciones de acuerdo con tus velas. Por más cuidado que tengas en su mantenimiento, es fundamental poder reparar las velas en el momento mismo que se inicia una rotura para evitar que vaya a mayores. Unos parches autoadhesivos de Dacron o Kevlar pueden ser una gran solución, pero también tener a bordo hilo encerado, aguja y rempujo, puede solucionarte una buena cantidad de problemas durante la navegación.
Es muy importante tener en cuenta que una rotura leve puede suceder en cualquier momento y puedes hacer una reparación rápida y fácil, pero cuando verdaderamente ocurren las roturas no es con el mar planchado y una leve brisa, sino en condiciones adversas, incómodas y en las que los riesgos son mayores por lo que tener el material en buenas condiciones es clave para minimizar esos mismos riesgos.
10. Evitar los errores más comunes de navegación
Un error muy común es llevar suelto el balumero, que deberíamos controlar en cada virada, cambio de rumbo o aumento de viento. La falta de tensión produce una continua vibración que afecta el rendimiento y conduce al desgaste. También es posible que una vela de proa flamee porque la posición del carro de escota es incorrecta.
Lamentablemente, un error mucho más común es la falta de previsión o atención a la meteorología que deriva en no achicar a tiempo y navegar sobrevelado. Cada vela está concebida para un rango de viento, y, evidentemente el exceso de escora no es la única consecuencia de llevar una vela más grande que lo que la condición requiere y es la forma la que más sufre al estirar costuras y exigir de los puños.
Además, si navegamos a motor hemos de arriar la vela de proa y si hemos de dejar la mayor izada es imprescindible evitar el flameo.
Un error bastante común es la falta de previsión o atención a la meteorología que deriva en no achicar a tiempo y navegar sobrevelado. | Foto: unama.es