Hay varios tipos de quemaduras que podemos sufrir a bordo. Saber un poco más sobre el tema nos ayudará a evaluar mejor su gravedad y actuar en conformidad.
Botiquin primeros auxilios nautica
Ya estamos en pleno verano y con ola extensa de calor, y con él los riesgos de quemaduras provocadas por la excesiva exposición al sol sin la debida protección. Pero aparte de las quemaduras producidas por el astro rey,
a bordo corremos el riesgo de sufrir otros tipos de quemaduras y, aunque las causas sean muy diversas, podemos agruparlas en tres grandes grupos:
Quemaduras químicas, provocadas por agentes abrasivos en contacto con nuestra piel o con nuestras mucosas. En este grupo entrarían los ácidos, como los que contienen las baterías, y los cáusticos o disolventes que suelen haber a bordo.
Quemaduras eléctricas que, a pesar de parecer poco importantes, ya que la lesión externa suele ser pequeña, internamente pueden afectar a estructuras nerviosas, vasculares o musculares. Tenemos que ser conscientes que, aunque la corriente de a bordo sea solo de 12 voltios, las quemaduras que puede producir una chispa manipulando la instalación eléctrica pueden ser muy graves. Pero no solo son los 12 voltios, si estamos conectados a tierra o tenemos el generador en marcha estamos hablando de 220 voltios. Es posible que a bordo tengamos un destornillador o una llave inglesa con la marca del efecto de un chispazo producido por un cortocircuito con los bornes de una batería.
Quemaduras físicas, provocadas por el contacto directo de una llama o material a alta temperatura como una cafetera, agua hirviendo, el tubo de escape del motor, etc.
Gravedad y emergencia
Saber evaluar con precisión durante una singladura el grado y el porcentaje de superficie quemada de un tripulante, nos permitirá evaluar la necesidad o no de hacer una llamada de emergencia y poder comunicar con precisión el estado del herido.
Para saber la gravedad de una quemadura, lo primero que hay que conocer es su grado, que corresponde a la profundidad de la quemadura, y el tanto por ciento de la superficie cutánea afectada, es decir, su extensión.
En cuanto al grado, hay que distinguir entre las quemaduras de primer, segundo y tercer grado.
Las quemaduras de primer grado son las que afectan únicamente a la epidermis y se caracterizan por el enrojecimiento de la zona afectada sin formación de ampollas. En su mayoría son producidas por una excesiva exposición al sol sin la debida protección, y suelen curarse en un período de cinco a diez días sin dejar cicatrices aparentes. Si afectan al 80 o 90% de la superficie corporal puede revestir cierta gravedad y habrá que prestarles una mayor atención.
Las quemaduras de segundo grado se dividen en dos tipos: superficiales, que afectan a toda la epidermis y a partes de la dermis, y las más profundas, que afectan a toda la epidermis y a la dermis hasta la capa basal. Las primeras suelen producir ampollas con la base enrojecida, son dolorosas por la irritación de las fibras nerviosas no lesionadas y suelen curarse entre diez y quince días. Las segundas, más profundas, se diferencian de las anteriores porque algunas ampollas están destruidas y producen placas de color blanquecino. La curación de estas últimas suele retrasarse un mes o más, y existe serio peligro de infección que deberá ser vigilado muy de cerca.
Las quemaduras de tercer grado son las más graves ya que abarcan todo el espesor de la piel y se extienden hasta el tejido celular subcutáneo. Tienen un aspecto de color gris opaco, acartonado y no son dolorosas debido a la destrucción de las terminaciones nerviosas. Normalmente estas quemaduras no se curan correctamente y deben ser injertadas para conseguir la cicatrización de la herida.
El otro aspecto a tener en cuenta es la extensión de la quemadura ya que, a veces, de ella depende su gravedad. Una quemadura poco profunda se puede convertir en grave si es muy extensa. El método más rápido para evaluar el porcentaje de superficie corporal quemada es la llamada regla de los nueve. La cabeza en toda su extensión equivale a un 9%; la cara anterior del tórax, a un 18%; las extremidades superiores, a un 9%; la parte posterior del tórax, a otro 18%; las piernas, un 18% cada una.
Otra regla rápida que nos puede ayudar con bastante precisión a conocer el porcentaje quemado es la regla de la mano. La palma de la mano corresponde a un 1% de la superficie del cuerpo y así, contando con el número de veces que cabe la palma de nuestra mano en la zona quemada, podremos conocer con bastante exactitud el porcentaje de zona afectada y actuar en consecuencia.