En busca de una mejor calidad de vida, se dieron cuenta de que el mar ofrecía todo lo que necesitaban: bienestar, seguridad y libertad. Silvina, Jorge y María Paz llevan más de 3 años viviendo y navegando en velero. Ahora se encuentran en Almería, confinados en el barco, bajo el lema #QuedateABordo.
Cuando dejaron su vida en la ciudad por una en el mar, pasaron de estar 12 horas fuera de casa a 24 horas juntos. Ahora Silvina es la profesora de María Paz y dan clases en su propio barco, un Bavaria 42 de doce metros de eslora, tres camarotes doble, dos baños y una cocina con comedor. Tomás, el hijo mayor, tiene trabajo y vive en España desde hace un año, pero a menudo los acompaña en sus aventuras. Juntos han navegado 12 mil millas, pero ahora permanecen atracados en un puerto de Almería donde cumplen con el confinamiento, eso sí, ¡a bordo!
La familia, conocida en redes sociales como “Familia en velero”, comparte sus experiencias a bordo en sus cuentas de Instagram y Facebook, donde va explicando su aventura, da consejos sobre navegación y vida a bordo, así como trucos para superar el encierro durante esta cuarentena.
En esta entrevista la familia habla sobre cómo decidieron embarcarse en esta aventura soltando amarras, cuáles son los lugares por los que han ido sumando millas y cómo se organizan las guardias por las noches durante las travesías que han ido realizado. También nos cuentan cuál es la situación más peligrosa que han vivido, cómo es la educación de María Paz a distancia desde el propio barco y cómo es su relación con otros niños. Además, nos detallan cómo están siendo sus vidas actualmente durante su confinamiento en el velero bajo el lema #QuedateABordo.
La vida de la Familia en velero
¿Cómo surgió la idea de abandonar vuestro hogar para vivir en el mar?
Hace casi veinte años que Jorge ya vivía navegando por el mundo y, cuando armamos nuestra familia, teníamos la opción de vivir en Buenos Aires. Pero decidimos ir en busca de una mejor calidad de vida, salir de la locura de la ciudad y el mundo corporativo. Tener más tiempo para disfrutar del crecimiento de la niña y vivir una vida realmente saludable. Silvina dejó su carrera profesional en el mundo de las empresas para lanzarse a emprender desde el mar. Juntos fundamos una plataforma online de vacaciones en barcos por el mundo que se llama www.hostandboat.com, donde los viajeros pueden tomar unas vacaciones saludables en contacto con la naturaleza alquilando barcos con capitán. Los navegantes también pueden alquilar barcos sin capitán para seguir disfrutando de la náutica en los destinos más paradisíacos.
Abandonaron el estrés de la rutina de ciudad para conseguir una vida más saludable en el mar y en familia.
¿Qué es lo que más echáis de menos de vivir en tierra?
La verdad es que en el barco vivimos muy bien. Tenemos una casa y un departamento en Buenos Aires, ambos muy grandes y cómodos. Pero no extrañamos nada de la vida en tierra por el lado del confort. Sin embargo, sí que extrañamos mucho los afectos, la familia y los amigos. Eso sí que a veces se hace duro.
¿Cuántas millas náuticas habéis navegado y por qué aguas?
Desde que estamos navegando en Familia, llevamos 12 mil millas. Primero comenzamos por la costa de Brasil, después navegamos desde Atenas a Río de Janeiro en 2017, que fueron 8.000 millas en tres meses y medio. Ese fue el primer gran viaje en Familia. También navegamos en 2018 por el Pacífico entre Ecuador y Panamá. Luego hicimos el Mediterráneo de nuevo, desde Croacia hasta Gibraltar y vuelta a España. Los primeros tramos largos sin costa fueron cuando nos alejamos de Grecia, Lefkada a Sicilia, Sicilia a Cerdeña y Cerdeña a Mallorca. Después, vinieron etapas más largas como Gibraltar a Canarias, Canarias a Cabo Verde que fueron de una semana aproximadamente y el Cruce del Atlántico desde Cabo Verde a Brasil, que fueron diez días.
La Familia en velero lleva 3 años viviendo navegando y durante ese tiempo han recorrido 12 mil millas.
Con travesías tan largas, habréis tenido que pernoctar a bordo en medio del océano. En esas circunstancias, ¿Cómo organizáis las guardias por las noches?
Las guardias las hacemos a partir de que terminamos la cena y somos muy flexibles. Si uno tiene sueño, empieza el otro. Las armamos de dos horas, pero si uno está bien y aguanta más, dejamos al otro dormir una hora más. Leemos, hacemos un café, comemos algo, pero como no timoneamos casi nunca y el barco va con piloto automático, la guardia se resume casi exclusivamente a vigilar la presencia de buques y algún eventual cambio de dirección o intensidad del viento para ajustar o reducir velas.
¿Cuál ha sido la experiencia más peligrosa que habéis experimentado a bordo?
Sin duda que la experiencia más irritante fue entre Sicilia y Cerdeña en 2017. Una noche con tormenta eléctrica, que caían tantos rayos que el cielo estaba más tiempo iluminado que oscuro. Parecían fuegos artificiales, era increíble. Estábamos muy lejos de tierra, la tormenta se iba acercando y no había forma de evitarla. Y en un momento llegó hasta nosotros con unas ráfagas de 70 nudos que acostaron el barco por completo, a pesar de que ya habíamos bajado todas las velas. El barco permaneció escorado por varios eternos segundos. Igual no diría que fue peligroso, porque en todo momento tuvimos control de la situación y nadie entró en pánico, pero no fue nada agradable.
¿Cuál es la experiencia más bonita que habéis vivido?
Sería muy difícil elegir una sola experiencia, porque fueron muchas. Mil atardeceres en el mar, los delfines saltando en nuestra proa, la vida en Brasil, las Islas Griegas, Baleares, Lanzarote, la llegada a Río de Janeiro completando el viaje desde Atenas. Hubo muchas experiencias increíbles y... ¡vamos a por más!
Durante la vida a bordo alrededor del mundo la familia en velero practica yoga, toca instrumentos, canta y lleva una vida saludable en pleno contacto con la naturaleza.
La educación de María Paz
Hemos visto que Silvina es la maestra de María Paz. ¿Cómo es su enseñanza en el barco?
Hace cuatro años que María Paz estudia a distancia, a través de un sistema oficial argentino, para residentes en el exterior. Hay una plataforma online donde los chicos acceden a los contenidos y pueden descargarlos, interactúan con sus docentes y entre ellos. Silvina es su maestra, le enseña y la ayuda, aunque hay cosas que puede hacer sola. Por ejemplo, las pruebas las debe hacer en papel y enviarlas por correo físico. No obstante, es recomendado que los chicos asistan al menos uno o dos periodos al año a una escuela de forma presencial. María Paz fue dos años a colegios brasileños en Ilha Grande, Rio de Janeiro y un año a un Colegio Internacional en Tivat, Montenegro.
Así, pues, su educación es individual y en ella no mantiene contacto con otros niños. ¿Durante todo el tiempo que habéis vivido en el velero, cómo ha sido la relación de María Paz con otros niños?
Bueno, ella mantiene su relación con amigas argentinas con las que habla a diario y ve cuando vamos a Buenos Aires de vez en cuando. Algunas niñas han viajado a visitarnos con su familias en dos oportunidades. También va sumando amigos en cada puerto al que vamos y mantiene esas relaciones a distancia, así como con sus compañeros de los distintos colegios. Como comentábamos, aquí en Almerimar hay un lindo grupo de niños con los que jugaba todo el tiempo, y como son de varias nacionalidades, hablan todo el tiempo en inglés y eso es mejor que cualquier curso. Pero también alimenta los vínculos con los amigos a través de la tecnología, se juntan por Skype a jugar, a hablar y a estudiar.
Silvina es la maestra de María Paz y siguen los estudios de Argentina a distancia desde el barco.
El confinamiento en el velero
¿Cómo es la situación en el puerto en el que estáis confinados?
Ahora nos encontramos en el puerto Almerimar, en Almería, donde hemos pasado el invierno y la verdad es que nosotros nos auto impusimos la cuarentena aquí unos días antes de que el Gobierno la decretara. Se trata de un buen puerto, muy protegido y con facilidades: agua, luz, supermercados, servicios para el barco y asistencia médica cercana. Además, hay una comunidad de navegantes que vive a bordo en sus barcos como nosotros y durante el invierno han ido realizando barbacoas, fiestas y diferentes tipos de encuentros. Desgraciadamente, ahora todo eso se ha tenido que suspender debido a la situación en la que nos encontramos, pero aún y así es un buen lugar para el confinamiento.
¿Podéis moveros de vuestro amarre y pantalán?
No podemos mover el barco. En realidad está prohibida la navegación, así que no podemos salir ni a dar una vuelta. Y nos parece bien, es la forma de ejercer el cuidado y cumplir con el #QuedateEnCasa, aunque en nuestro caso sería #QuedateABordo.
¿Cuál está siendo vuestra rutina diaria durante esta cuarentena a bordo?
Nuestra rutina no se ha visto demasiado alterada porque todavía no ha llegado el verano. Así que estamos donde pensábamos estar y haciendo lo que teníamos programado desde antes de la pandemia. Mantenemos nuestra agenda diaria de trabajo y estudio: Silvina trabaja en nuestra plataforma www.hostandboat.com generando nuevas experiencias y estrategias para abrir nuevos mercados. Jorge hace algunos trabajos en el barco, lee y escribe. María Paz continúa con su escuela a distancia, juega y charla con amigos de forma remota. Además, ¡estamos cocinando más que antes y comiendo mucho!
Durante esta cuarentena, la familia en velero continúa con su rutina a bordo sin verse demasiado alterada. Juegan, estudian y trabajan, pero aisladamente de las demás personas del puerto.
¿Cuáles son las mayores alteraciones que han supuesto en vuestras vidas las restricciones por el COVID19?
La mayor alteración que nos trajo la cuarentena es que debido a las restricciones se interrumpió la relación que María Paz mantenía con los niños del puerto, ya que jugaba con ellos cara a cara. Eso ahora ya no lo puede hacer más y es una pena. También extrañamos salir a caminar, dar un paseo por la tarde, ir a tomar algo o hacer algunas navegaciones que solíamos hacer, como ir a Estepona donde tenemos amigos. Por lo demás, no echamos nada más en falta ya que, cuando decidimos confinarnos, hicimos una compra grande, cosa a la que estamos acostumbrados por las navegaciones largas, así que no nos falta nada a bordo. Además, podemos ir al supermercado, pero vamos una vez por semana y con todas las precauciones posibles.
Ahora que ya lleváis unos cuantos días en el barco durante esta situación, ¿preferirías haber llevado a cabo el confinamiento en una casa?
No, porque nosotros vivimos a bordo desde hace años y es lo que nos gusta. Con cuarentena o sin ella, viviríamos a bordo de todas maneras. Y aunque el barco resulte un espacio reducido, estamos rodeados de agua, de barcos, de peces, de mar. No lo cambiaríamos por un apartamento.
Más información sobre:
El barco amarillo, familia que vive navegando
Goleta Gringo, la familia que vive en un barco rescatado del fondo del mar
Partes de un velero: casco, quilla, timón y aparejo