El J/70 ya está en España y gana adeptos y entusiastas. Diego Yriarte nos cuenta el porqué del éxito de este monotipo estable, veloz y remolcable.
El J/70 luce un aparejo que combina mástil, crucetas, botavara y botalón de fibra de carbono. Foto: Diego Yriarte.
Una de las características de los diseños de J/Boats es la simplicidad. El concepto va más allá de un astillero exitoso y su trayectoria está a punto de arribar al medio siglo. La novedad de su última expresión náutica, el J/70, es su condición de remolcable y la facilidad de montado.
Rod y Bob Johnstone merecen ver cumplir el sueño de la peli propia. Sí, de esas de éxito empresarial familiar nacido en un garaje norte americano. De hecho, bastaría con leer las primeras líneas del “quienes somos” de su sitio web en EE UU, para convencer a un director “hollywoodense”. Lo cierto es que el éxito del J/24 en los años 80 ha llegado a día de hoy con una nada despreciable cifra de 11.000 barcos de 35 diseños diferentes, de 7 a 17 metros y cuyas licencias han sido adquiridas por astilleros de Japón, Australia, Argentina, Sudáfrica, Italia y Francia. Sin lugar a dudas, es un modelo de negocio efectivo; tanto, que sus particularidades son estudiadas en prestigiosas universidades de ciencias económicas.
LA ÚLTIMA CREACIÓN
El cockpit es amplio, más de la mitad de la eslora, y un único apoyapiés facilita los desplazamientos en sentido transversal. Foto: Diego Yriarte.
El J/70 es un veloz barco de poco más de 22 pies, con un inventario reducido a tres velas que se controlan desde un cockpit amplio y diáfano, libre de exceso de cabullería y obstáculos. El interior es un tanto anecdótico, pero cabe la posibilidad, opcional, de poner una colchoneta que suele utilizar el tripulante más joven si es que ha salido de copas la noche anterior, pero poco más. Lo importante está fuera, la vida de este barco es exterior. Es un barco estable, sólido y ligero por concepción, cuya construcción ha sido realizada en sándwich de fibra de vidrio y madera de balsa y resina utilizando el método de infusión por vacío. Las competiciones en monotipo exigen por norma la igualdad de los barcos y el éxito se reduce a la capacidad de la tripulación en la puesta a punto, las maniobras y la táctica. Las regatas de flotas numerosas como ha sido el caso del Campeonato Norteamericano de la clase son espectaculares y muy, pero muy reñidas.
SENSACIONES INOLVIDABLES
Los nostálgicos de la vela ligera seguramente podrán recuperar sensaciones al navegar en un J/70, con la ventaja de poder compartir la navegación con más tripulantes y la practicidad de montado que, posiblemente sea más rápido que muchos barcos de Clase Olímpica. Son necesarias solo dos personas y aproximadamente media hora para dejar el barco en el agua y proceder a bajar la quilla en una maniobra muy sencilla mediante una pequeña “grúa” provista por el astillero.
La maniobra de izado y arriado de la quilla se realiza con una pequeña grúa provista por el astillero. Foto: Diego Yriarte.
El desplazamiento no llega a 800 kg y el centro de gravedad es muy bajo, debido a que mástil y botavara son de carbono. Estas condiciones lo convierten en un barco muy ágil, divertido, que puede ser tripulado por tres o cuatro personas. Es un barco que un navegante con experiencia podrá disfrutar aprovechando al máximo sus capacidades; pero la maniobra es extremadamente sencilla, por lo que las personas que se inician pueden comprender rápidamente el funcionamiento.
Aquí se puede apreciar la simpleza de la maniobra y la proa despejada. Foto: Diego Yriarte.
A pie de mástil se concentran las drizas con un aparejo en particular para darle más tensión a la driza del foque. Las soluciones prácticas ayudan a eliminar peso. Solo hay dos winches y se utilizan para las escotas del spi asimétrico. El foque cuenta con enrollador situado bajo cubierta, una solución que no es meramente estética, sino que permite bajar el punto de gravedad. Excepto por algún error de maniobra, no es necesario ir a proa, es más, el último candelero está a la altura de los obenques y el guardamancebo baja en ángulo a un arraigo en la cubierta, se ha eliminado el púlpito y al menos un par de candeleros. De esta forma al venir de un rumbo abierto y comenzar a ceñir, el cazado de la vela se realiza sin trabas, mucho más rápido y despreocupándose de la posibilidad de que la base de la vela se enganche.
El plano vélico es generoso y presenta una alta relación de superficie vélica/desplazamiento. Foto: Diego Yriarte.
Las velas son de Dacron por norma de clase, pero su diseño responde a los últimos avances y no es solo una cuestión de vestimenta, también lo es de percha, y las posibilidades que ofrece el mástil de carbono permite una mayor con un considerable alunamiento y tope con mucha superficie. El foque de enrollar tiene sables verticales que mantienen una forma correcta de la baluma. El asimétrico es la única vela que requiere un winche para su trimado. La navegación con portantes es evidentemente la parte divertida, que no quiere decir que la ceñida no lo sea, pero considerando que el barco planea muy fácilmente, podríamos decir que con 15 nudos, son necesarios imbornales de adrenalina.
LA FLOTA LOCAL
En España, particularmente en Vigo, ya existe una flota compuesta por diez embarcaciones y es una clase que por coste y practicidad en los desplazamientos crecerá rápidamente.
Navegando en portantes el J/70 es muy divertido y estable. Foto: Diego Yriarte.
Desde el mes de junio pasado Nautamarine es el nuevo representante del astillero J/Boats para toda España. Desde el puerto de Roses se encargarán de la distribución de los barcos producidos por el astillero en su filial francesa.